Según cuenta la leyenda, el Arbutus unedo nació de la sangre del monstruo gigante Gerión, después de que Hércules el griego lo matara con su espada. Este árbol, que daba frutos sin hueso, era considerado un árbol sagrado por los romanos, el cual, se decía, protegía el umbral de las casas. Sus ramas también se utilizaban para decorar los féretros durante los entierros. Durante el siglo XVIII, en España, se utilizaban sus semillas para la caza de pájaros durante el invierno.
Este árbol legendario tan popular que conocemos como Madroño se extiende por todo el Mediterráneo, en España es propio de los Pirineos y las islas Baleares, crece en los bosques de encinas hasta los 1000 metros de altitud.
El terreno en el que se desarrolla puede ser calizo o silíceo indiferentemente y no conviene que sea demasiado pobre en materia orgánica y nutrientes. Otro requerimiento edáfico importante a tener en cuenta para su cultivo es la preferencia que tiene el Madroño por los suelos profundos.
Puede vivir tanto en una situación con sol directo como a la semisombra, lo importante es que el clima y el terreno no sean excesivamente secos. Si lo tenemos ubicado a pleno sol debemos asegurarnos de que tenga las requerimientos hídricos necesarias, lo importante es que la humedad sea constante, una humedad mediana es lo idóneo para este árbol.
El Madroño es una planta con un gran valor ornamental. Sus hojas coriáceas brillantes que nacen de ramillas rojizas resaltan el color blanco de las flores el invierno, que a su vez coinciden con los vistosos frutos de color rojo fuego. El Madroño es una planta melífera de crecimiento más o menos lento que se puede comportar como un árbol o como un arbusto de follaje denso.
Es muy apropiado como seto, al ser una planta de bajo mantenimiento es una gran opción para la jardinería sostenible y resulta muy útil para decorar medianas y rotondas. Se puede utilizar en restauraciones paisajísticas, pero para ello, el terreno en el que se quiera plantar el Madroño debe tener las condiciones necesarias. Es decir, tanto en cuanto a nutrientes como a la humedad y profundidad necesarios. La densidad mínima requerida es entre 1 y 2 plantas por metro lineal.