En la península nos encontramos con árboles que son considerados especies vulnerables. Uno de ellos es el Ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata). También recibe los nombres de Sabina de Cartagena, Sabina mora y Tuya de Berbería. En el continente africano lo denominan Araar.
6 millones de años nos contemplan. Esta especie de ciprés ya vivía cuando los continentes africano y europeo estaban unidos al producirse una sequía que hizo que la tierra fuera un continuo desde el norte de África al sur de la península.
Puede alcanzar los quince metros de altura pero, lo más habitual, es verlos entre los tres y siete metros. Adquiere una forma cónica un tanto irregular.
El nombre de tetraclinis proviene del griego y hace referencia a los frutos que poseen cuatro escamas y a sus hojas que tienen un aspecto característico por la separación articular.
Es muy poco exigente con la calidad del suelo por lo que se recomienda su uso en lugares secos y áridos con gran exposición solar. Crece de forma lenta y si, por algún motivo, precisa una poda dura y exigente brota con facilidad de su cepa. Resiste a las heladas. Las semillas del ciprés de Cartagena no se conservan con facilidad lo que dificulta su propagación.
La madera de este árbol gusta a los profesionales del ébano por su ductilidad y dureza en la elaboración de muebles y por diversos profesionales de la madera. Es muy bonita, de tonos rojizos y pardos, aromática y resistente a la podredumbre. Comunidades del norte de África usan la corteza para curtir pieles.
La resina, denominada sandáraca, que produce se usa para fines industriales. Las hojas y ramas jóvenes son usados por la medicina natural.
Volver al pasado. Pasear por el parque de Calblanque, en Murcia, nos lleva a zonas donde esta sabina es la protagonista y podemos imaginarnos que estamos entre la misma clase de árbol, por no decir reliquia, de hace millones de años. Al ser su población tan escasa en la península es importante conservarlo y vigilarlo de forma especial.