El tinte de la cochinilla era la base del colorante púrpura de las capas del antiguo senado del imperio romano. Desde antiguo se ha aprovechado el atractivo que ofrecen las coscojas a las cochinillas para recolectarlas y fabricar un tinte de color carmesí. Plinio el Viejo lo explicaba en sus crónicas. La madera se usa como combustible y su carbón, muy apreciado por su carga calorífica, está considerado de muy buena calidad.

La corteza de este arbusto es rica en taninos y, como ocurre con otras variedades de encinas, se ha usado para curtir pieles. En la antigua Grecia elaboraban un tinte negruzco con el que se teñían hasta el pelo.

Encontramos coscojas en gran parte de la península y en las islas Baleares. La zona del noroeste sería la que no acogería esta variedad.

Las bellotas de la coscoja se usan como alimento animal. Sus bellotas se usan para la alimentación animal y, para las personas, se ha utilizado como astringente. En medicina natural se usan las hojas para tratar problemas urinarios y, en especial, para el control de la micción nocturna que afecta a infantes por las noches.

En algunas del centro de la península partes de la coscoja se usaban para fabricar un instrumento, la garrota lebrera, para cazar y golpear liebres.

Otros nombres de la coscoja:

Castellano: Bellota coscoja, Carrasquizo, Chaparro, Chapina, Coscolla, Garriga, Madre de la grana, Maraña, Matasuegras, Mesto menor, Roble carrasqueño, Tramilla.

Catalán: Alzina ravell, Blaca, Coscoll, Coscoll ver, Coscona, Cuscoll, Garriga, Grana, Graneta.

Eusquera: Albaritza, Txaparra.

Gallego: Carballo carrasco, Carrasco.

Portugués: Carrasco, Carvalho-quermes.